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viernes, 6 de diciembre de 2013

Influencias literarias (IV): El efecto Pigmalión, un hombre creado del barro


La tradición religiosa habla de un Dios que como un alfarero modeló el hombre con barro (polvo). La cultura romana, por su parte, nos relata un mito reelaborado: Pigmalión, un escultor, fabricó una estatua de marfil representando su ideal de mujer y se enamoró de su propia creación. La diosa Venus dio vida a la estatua atendiendo a sus plegarias.

Hoy al “efecto Pigmalión” se lo estudia desde el aspecto psicológico: describe cómo la creencia que una persona tiene sobre otra puede influir en su rendimiento (y de hecho lo hace).  Probablemente sea Bernard Shaw (con su obra teatral que fue llevaba al cine bajo el nombre My Fair Lady en 1956) el culpable de cambiarle el sentido al mito original. 

...En su obra, Higgins acaba enamorándose de su creación (una chica del arrabal reconstruida, como alumna, en una dama). Eliza Doolittle es simbólicamente "traída a la vida" por su profesor, Henry Higgins, quien le enseña a comportarse en situaciones sociales y perfeccionar su acento.

==> Roshental y Jacobson, estudiosos del tema, explicaron en 1968 cómo el maestro puede actuar positivamente convirtiendo sus percepciones sobre cada alumno en una didáctica individualizada que le lleva, constructiva o destructivamente, a confirmar esas mismas percepciones (una suerte de “profecía autocumplida”).

La idea de un personaje emocionalmente vinculado con su propia creación es uno de los tropos universales más utilizados (y más interesantes) del Cine y la Literatura, y es más antiguo que el feudalismo (considerando su origen romano). 

La historia de Pigmalión ha sido ampliamente transmitida y representada en las artes a través de los siglos.

En “S1m0ne” (2002), por ejemplo, el mito toma un giro posmoderno cuando aparece una inteligencia artificial generada por ordenador como el objeto de amor de Al Pacino. “Ruby Sparks” (2012) juega literalmente con Pigmalión como fuente de inspiración, ya que es lo que motiva al protagonista a crear la historia de Zoe Kazan, quien cobra vida de forma misteriosa. 



Decontructing Harry”, una de mis favoritas de Woody Allen, provee un ejemplo interesante: la historia nos cuenta la relación romántica del escritor Harry y la joven Fay, a quien él primero considera una fan, luego una admiradora, luego una alumna y finalmente termina enamorándose de ella (aunque el sentimiento está lejos de ser mutuo).

Pigmalión ciertamente ha inspirado numerosas obras de arte, y su popularidad se disparó, especialmente, en el siglo XIX. La literatura presenta casos mucho más atractivos. “Frankenstein o el moderno Prometeo” (de Mary Shelley) es una reconstrucción simbólica del mito y también lo es “Educando a Rita” (Willy Russell). De formas no tan evidentes podemos mencionar la genial (y única) novela gótica de Oscar Wilde: “El retrato de Dorian Gray” y “El fantasma de la ópera”, de un olvidado Gastón Leroux.


Por su parte, H.P. Lovecraft y Nathaniel Hawthorne han escrito su tirada de relatos cortos inspirados en este efecto (“The Birth-Mark”, de Hawthorne, y “Herbert West”, de Lovecraft) y tenemos el caso especial de don Jorge Luis Borges, con un cuento en el que me gustaría detenerme.
  
«Las ruinas circulares» (publicado originalmente en 1940) es uno de los cuentos más fascinantes de Borges y se encuentra entre mis preferidos junto a otras obras maravillosas como “El jardín de senderos que se bifurcan”, “La casa de Asterión” y “Abenjacán el Bojari yLa muerte y la brújula” (esa fascinante deconstrucción de la novela detectivesca). En verdad, varios de ellos merecen un post aparte.

Las ruinas circulares” (pueden leerlo en este link) es un recuento contemporáneo del mito de Pigmalión, aunque disfrazado en la historia de un hombre gris (sin nombre) en un intento de recrear a otro hombre a través del sueño (“Dios formó al hombre del polvo de la tierra”). Cuando finalmente lo logra (#SpoilerAlert) descubre que él mismo es un ser soñado por otro.


«Quería soñar un hombre: quería soñarlo
con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. »

(“Las ruinas circulares”, J.L. Borges)

Es impresionante como un cuento de solo un par de hojas puede contener tanta información para el análisis. Entre los varios temas sugeridos se encuentran algunos clásicos del autor: el proceso de creación literaria, la filosofía budista, el idealismo, y ciertas nociones de la cábala (como la leyenda del Golem). 

Igual que Pinocho (que cobra vida gracias a una hada), el hombre gris da vida a un hombre desde la nada, desde cero. Prometo (en un futuro distópico) dedicar un post enterado a analizar y desmembrar este texto.

Borges no es en vano uno de los escritores argentinos más influyentes de la era posmoderna. Sus relatos con toques de fantasía y realismo mágico sus ensayos y poesías esconden verdades entre ficciones. El célebre autor se divertía con textos enredados que exploran profundos temas psicológicos de maneras entretenidas. “Las ruinas circulares” es, a mi criterio, una de sus mejores obras… y fue influida por un mito tan antiguo como la vida misma. El efecto Pigmalión es otra de las grandes influencias literarias… ha inundado el arte en todas sus formas, y también las ciencias sociales. Pero claro, esa ya es otra historia.

Capítulos anteriores:

Influencias literarias (I): “La dimensión desconocida”.
Influencias literarias (II): Tras las huellas de Scooby- Doo
Influencias literarias (III): Everybody loves Shakespeare

1 comentario:

  1. Gran entrada amigo, una reflexión pareja al artículo que comentaste en mi blog.
    Cuídate mucho y seguimos hablando. Un saludo.

    http://davidfouler.blogspot.com

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